viernes, 21 de marzo de 2014

12 Años de Esclavitud


Y despertó Noé de su embriaguez, y supo lo que le había hecho su hijo más joven, y dijo:  maldito sea Canaán;  siervo de siervos será a sus hermanos.
Dijo más: bendito por Yahvé mi Dios sea Sem, y sea Canaán su siervo. Engrandezca Dios a Jafet, y habite en las tiendas de Sem,  y sea Canaán su siervo.


(Génesis 9:24-27)


Durante la Polémica de Valladolid (Siglo XVI), celebrada entre el excomendero y luego incendiario fraile dominico Bartolomé de las Casas -por un lado- y Juan Ginés de Sepúlveda, teólogo y consejero del Emperador Carlos V -por el otro-, se discutió si los indios tenían alma y si por ello debían ser tratados por los cristianos como sus iguales. La condición de los negros, no se discutirá sino hasta ya muy entrado el siglo XIX, durante el Concilio Vaticano I, gracias a que el joven y brillante teólogo del obispo de Verona, Daniel Comboni, convenció a los obispos asistentes para que firmaran una petición para la evangelización del África Central. Después de diecinueve siglos de cristianismo, el catolicismo jerárquico emprendió la lucha por la igualdad espiritual de los hombres de piel negra. Ésta, por cierto, era vista como la marca de la maldición de Cam, la marca legitimadora de la esclativud: “Siervo de siervos será a sus hermanos…” Con estos prolégomenos debe verse y pensarse el filme que reseñamos ahora, mismo que cuenta parte de la historia de una nación que construyó su prosperidad bajo la rigurosa ética protestante.

12 years a slave, (Estados Unidos 2013, 134 min.), del director Steve McQueen, basada en la obra homónima de Solomon Northup, fue galardonada con el Premio Oscar a la Mejor Película 2014 y ya se exhibe en nuestra cartelera cinematográfica comercial. Además obtuvo el Oscar a la Mejor Actriz de Reparto en la afromexicana Lupita Nyong’o y el Oscar al Mejor Guión Adaptado de la mano de John Ridley. No sorprende la poderosa actuación de Michael Fassbender, es -sin duda-, uno de los mejores actores del mundo; asombra que sea ésta su primera nominación, lo que confirma que las nominaciones y premios no siempre son otorgados con justeza, no es el caso, por cierto, de 12 years a slave. Su director, Steve McQueen, es un cineasta avezado. En 2008 conmocionó al mundo cinematográfico con Hunger y en 2011 escandalizó a las buenas conciencias con Shame. En esta ocasión, optó por tratar el escabroso tema de la historia de la esclavitud en los Estados Unidos, una verdadera llaga en el corazón de la memoria colectiva estadunidense.

El filme cuenta la vida de Solomon Northup, un afroamericano libre secuestrado en 1841, para luego ser vendido como esclavo en las plantaciones de Lousiana, al sureste de la Unión Americana. Durante muchos años, el Sur de los Estados Unidos consideró legitimo esclavizar a los hombres de piel negra; tuvo que emprenderse una sangrienta guerra civil, encabezada por Abraham Lincoln, para abolir la práctica. No obstante, los resabios y las huellas del pasado nunca cicatrizan del todo y durante todo el siglo XX los hijos de los hombres de piel oscura tuvieron que salir a las calles de nuestro poderoso vecino del norte -también lo hicieron en otras partes del mundo- para luchar y hacer valer sus derechos; ahí están, para recordárnoslo, las figuras señeras de Martin Luther King, Malcom X y Nelson Mandela. Al finalizar la proyección, alguien comentó al salir de la sala: “gracias a Dios que en México no somos racistas…”, sí, pensé yo, en “Estados Unidos, los mexicanos hacemos trabajos que ni los negros quieren hacer”. No, estimado lector, no lo pensé yo.

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