“Sunt populi sicut porcus, omnia aprobecha”
(Escudo Municipal de Ciudad Güépez)
“Menos es más” y “la sencillez es la máxima sofisticación”, son dos frases de Steve Jobs que reverberaban en mi mente después de salir de la sala de cine donde vi El Crimen del Cácaro Gumaro (México, 2014), filme que con más de medio millón de asistentes, se ha convertido ya en la séptima mejor apertura de una película mexicana de todos los tiempos. No es trivial el asunto, desde el año pasado, en las salas de cine de México se difundían sendos y originales promocionales que fueron creando una gran expectación. Todos ellos se sostenían en el talento innegable de Andrés Bustamante. A diferencia de Eugenio Derbez, quien construyó su exitosa carrera en Televisa, Bustamante derrochó su talento en la Televisión Pública Mexicana, ¿recuerda usted a Imevisión...?, ahí lo vimos acompañando a José Ramón Fernández en DeporTV y en los programas especiales que la televisora -ahora Televisión Azteca- realizaba durante las coberturas de los Mundiales de Fútbol y los Juegos Olímpicos de Verano. Bustamente, poseedor de un humor delirante y una de las mentes más creativas e inteligentes en la historia reciente de la comedia mexicana, es creador de personajes memorables como el Dr. Chun-Ga -¡Muajá!-, el Hooligan, Ponchito y Greco Morfema, a los que ahora se suma Don Cuino Meléndez de la Popocha, presidente municipal vitalicio de Ciudad Güepez y uno de los personajes principales del Crimen del Cácaro Gumaro. La pélicula, en su primera capa, plantea el conflicto que se suscita entre dos hermanos, Gumaro y Archimboldo, ante la muerte del padre y el reparto de la herencia.
Con guión de Bustamente, Armando Vega Gil -escritor y músico de la legendaria Botellita de Jerez- y Emilio Portes -director-, el filme discurre por la historia antigua y reciente del cine mexicano, la corrupción gubernamental, nuestra compleja relación con los gringos y nuestra cultura mediática popular, desde Pedro Infante y Sara García -pasando por las “estrellas” fabricadas por la televisión hegemónica- hasta los videos virales de nuestra actualidad en You Tube. No obstante, y quizá por la escritura tripartita, en El Crimen del Cácaro Gumaro nunca termina de cuajar en su totalidad el sello y el humor del genial Ponchito. Con un reparto multiestelar, que incluye figuras de la talla de Jesús Ochoa, Jorge Rivero, María Rojo, Alfonso Zayas, Alberto Rojas “El Caballo”, Javier López “Chabelo”, Eduardo Manzano “el Polivoz”, Víctor Trujillo y Mario Zaragoza, es tanto de lo que se quiere hablar, tantos los chistes que se desean incluir y tantas las buenas puntadas que se quieren aventar, que el espectador termina por saturarse visual y auditivamente ante al avalancha de información que se le presenta a diestra y siniestra. Es una verdadera pena, la película definitiva que rescate el universo de los personajes creados por Bustamante tendrá que esperar. Mientras eso sucede, le sugiero que vaya al cine a englutir una bolsota de palomitas para disfrutar una hilarante y delirante comedia fílmica mexicana. Una que de tan inteligente, a sus creadores -y salvo su mejor opinión- se les pasó muy gacho el tueste.
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